Ya hablamos aquí de ‘Calvary’ cuando apareció el tráiler. Es el segundo largometraje escrito y dirigido por McDonagh tras debutar con ‘El irlandés’ (‘The Guard’, 2011) —la producción más taquillera de la historia en dicho país— y vuelve a contar con el carismático Brendan Gleeson como protagonista. La veterana estrella irlandesa cambia el uniforme de policía por la túnica de sacerdote, sin perder el marcado acento —a veces un inconveniente para los que estamos acostumbrados al habla inglesa y estadounidense— y el característico humor negro con el que el cineasta nutre a los personajes y situaciones en sus guiones, en un poderoso film que no dejará a nadie indiferente.
Calvario, fe y redención
‘Calvary’ comienza con un primer plano del padre James (Gleeson) en la oscuridad de un confesonario, en una sola toma, sin cortes. Estamos encerrados ahí dentro, junto a él, escuchando una voz misteriosa de alguien que confiesa haber sufrido abusos sexuales cuando era niño. Un cura lo hizo, dejando marcada su vida para siempre. Especialmente cuando ese delito y otros similares no recibieron castigo. James no sabe qué responder, sin embargo, pronto descubre que el individuo no buscaba palabras de consuelo, o contar su pena y salir de allí más aliviado. No, lo que hace es anunciar un vistoso acto de venganza contra la Iglesia: matará a su confesor el próximo domingo.
La amenaza suena aún más terrible cuando el enigmático sujeto aclara que no ha elegido como objetivo al padre James solo por su cargo, sino porque es un hombre bueno. Así el crimen será realmente contundente. Después de esta primera secuencia, ‘Calvary’ sigue a James durante los días previos a un particular duelo, conversando con algunos de los vecinos más peculiares y excéntricos —quizá demasiado, pero no conviene olvidar que es una comedia— mientras busca algún sentido a la locura en la que está envuelto. El retrato de los habitantes del pueblo —encarnados por Chris O´Dowd, Aidan Gillen, Dylan Moran y Domhnall Gleeson, entre otros— no deja títere con cabeza. El mundo es un lugar frío, cínico y agresivo, sin lugar para la bondad.
La visita de su hija (Kelly Reilly) aporta la luz que necesita James para empezar a comprender, y afrontar su destino. A través de ella, de los recuerdos y las reflexiones que comparten, y de otra mujer, que acaba de perder a su marido, ordena sus ideas y, de paso, las nuestras. La tensión, a menudo interrumpida con afilados diálogos y momentos humorísticos, se va intensificando conforme avanza esta apasionante historia de búsqueda de fe e integridad en los tiempos actuales, que se reserva un as en la manga para el tramo final. No es que sorprenda descubrir la identidad de la víctima de los abusos, es que impacta la secuencia. La última escena de ‘Calvary’ es igualmente inspirada, un cierre impecable.
Irlanda, escenarios de cine
En mi breve visita a Dublín con motivo del festival, tuve la oportunidad de visitar el Condado de Wicklow, conocido popularmente como el Jardín de Irlanda por sus extensas llanuras verdes, y también apodado el Hollywood de Europa. En él se pueden encontrar un sinfín de parajes naturales que han servido de escenario para multitud de películas a lo largo de los años: Bray, las montañas de Wicklow o Killruddery House & Gardens proporcionan algunos de esos espectaculares rincones.
‘Braveheart’ (Mel Gibson, 1995), ‘Mi pie izquierdo’ (‘My Left Foot’, Jim Sheridan, 1989), ‘Barry Lyndon’ (Stanley Kubrick, 1975), ‘Michael Collins’ (Neil Jordan, 1996), ‘El Rey Arturo’ (‘King Arthur’, Antoine Fuqua, 2004), ‘La joven Jane Austen’ (‘Becoming Jane’, Julian Jarrold, 2007), ‘Posdata: Te quiero’ (‘P.S. I Love You’, Richard LaGravenese, 2007) y la citada ‘El irlandés’ componen solo una pequeña muestra de los títulos que contienen escenas rodadas en esos paisajes.
Via:blog de cine
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