Jordan Belfort, el financiero corrupto en cuyas memorias se basa el filme de Scorsese, afirma que dedicará todos sus 'royalties' a indemnizar a sus víctimas. Por CINEMANÍA
Pues más bien no: juzgado en 1998 por fraude y blanqueo de dinero, Belfort no sólo fue sentenciado a prisión (pasando un total de 22 meses a la sombra), sino que la decisión judicial también le obligaba a indemnizar a sus víctimas. Aunque el broker ya ha satisfecho parte de dicha deuda, aún le quedarían por pagar unos 72,6 millones de euros, y algunas de las 1.513 personas a las que estafó con la venta de 'bonos basura' ya han protestado por su conversión en antihéroe de cine. Por ello, el comunicado emitido por Belfort (que nos llega vía Slashfilm) nos hace sospechar, bien que este sujeto es un cínico de aúpa, bien que está tan mal de la cabeza como corresponde a un personaje scorsesiano. O, probablemente, ambas cosas.
"Que conste que no voy a entregar el 50% de los beneficios por la película y los libros [de memorias], como me exige el Gobierno", afirma Jordan Belfort. "En realidad, entregaré el 100% de mis ganancias, lo que equivale a decir que no voy a ver un centavo de todo esto". Haciendo gala de un laudable optimismo, Belfort afirma que los royalties que espera cobrar "sumarán varios cientos de millones de dólares, y (si hay suerte) bastarán para compensar a quienquiera que pueda exigirlo". El antiguo financiero y timador afirma haber declarado ya su propósito, con lo cual las protestas de sus damnificados no tienen razón de ser. Y concluye: "Mis ingresos actuales provienen de mi nueva vida, que es mucho mejor que la anterior". Aunque, eso sí, se permite un último gesto de ironía: "Admito que los quaaludes [droga similar a los barbitúricos a la que Belfort fue adicto] eran divertidos, o al menos lo fueron al principio. Por suerte, ahora son ilegales y encontrarlos es imposible".
La "nueva vida" a la que se refiere Belfort transcurre en un apartamento de tres habitaciones de Manhattan Beach (California), y los "ingresos actuales" provienen de sus seminarios motivacionales para vendedores y agentes de bolsa. Algo que a cualquier hijo de vecino le resultaría soso tras haber vivido los excesos decadentes mostrados en El lobo de Wall Street, y que nos recuerda poderosamente al destino final de Henry Hill (Ray Liotta) en Uno de los nuestros. Bien sean sinceras sus intenciones, bien se trate de una desvergonzada campaña de autopromoción, nosotros pensamos que, si Belfort hubiera visto esa película (y se la hubiera tomado en serio) tal vez se hubiera tomado con más calma su carrera en el parqué.
No hay comentarios:
Publicar un comentario