Con una larga carrera en televisión, escandalizó a los bienpensantes con 'Priest', su debut en la gran pantalla. Por YAGO GARCÍA
El primer largometraje de Bird tampoco fue uno del montón, aunque tal vez por causas extracinematográficas: Priest (Sacerdote) no tuvo buenas críticas ("Es como si Lutero clavara sus 95 tesis en varios lugares de tu anatomía usando chinchetas", sentenció una crítico estadounidense), pero se benefició de un considerable revuelo mediático dado su argumento. En el filme, un joven cura católico (Linus Roache) afrontaba una crisis de fe al descubrir, por una parte, la ocultación de un caso de abusos sexuales en su parroquia. Y, por otra (y debido a un contacto carnal con Robert Carlyle) su propia homosexualidad.
Tras Priest, Antonia Bird dio el salto a Hollywood con Amor loco (1995), con Chris O'Donnell y Drew Barrymore, pero la acogida de la película fue discreta, de modo que volvió a las islas británicas. Junto al escritor Irvine Welsh y a un Robert Carlyle ya famoso gracias a Trainspotting y a Full Monty, Bird fundó la productora 4-Way Film, que habría de producir sus siguientes películas: el thriller El rostro, y la muy peculiar comedia de horror caníbal Ravenous (2000), seguramente su película más recordada por los amantes del cine de género. Ravenous supuso también su despedida del celuloide: todos los trabajos firmados por Bird durante el presente siglo fueron en formato catódico, incluyendo cuatro telefilmes y varios capítulos para series. Cross My Mind, una película con Olivia Williams y Peter Mullan actualmente en preproducción, iba a ser su regreso a la gran pantalla
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