¿Crees que el montaje es una perversión antinatural? Entonces disfrutarás con este reportaje lleno de travellings y 'steadycams' alucinantes. Por YAGO GARCÍA
Soy Cuba (Mijail Kalatozov, 1964)
Duración: 2 minutos 11 segundos
Dependiendo de la ideología del espectador, esta película soviética realizada para apoyar al régimen de Fidel Castro puede resultar cuestionable. Lo que no admite discusión es este fantástico plano secuencia que nos lleva, literalmente, de la calle a los cielos.
Week End (Jean-Luc Godard, 1967)
Jean-Luc Godard - Weekend, The Traffic Jam Sequence from Blue Heron on Vimeo.
Duración: 7 minutos 25 segundos
Decía el gran Iván Zulueta que, viendo películas de Godard, aprendió que "un travelling lateral es lo más bonito que existe". Es posible que el cineasta se refiriera a esta secuencia, vagamente inspirada en un relato de Julio Cortázar, que nos muestra un largo, larguísimo atasco de tráfico. Ojo: si ves el clip hasta el final, te espera un golpe de humor muy negro.
El juego de Hollywood (Robert Altman, 1992)
Duración: 8 minutos 4 segundos
Para Robert Altman, esta película supuso dos cosas: el regreso a la popularidad tras pasar los 80 algo perdido, y su oportunidad para poner en solfa a esos estudios a los que tanto odiaba. Lo primero se debió, en parte, a la impresión que causó este tremendo comienzo, con la cámara siguiendo a Tim Robbins en su papel de productor maligno.
Hard Boiled (John Woo, 1992)
Duración: 3 minutos 21 segundos
El planteamiento de esta escena es simple: Chow Yun Fat y Tony Leung (sí, el chico de Deseando amar) abren una puerta, y se lían a tiros... en un hospital. La historia tras la cámara tiene poco de sencilla: constatando que su equipo de rodaje se estaba poniendo comodón, John Woo decidió enfrentarlo a un desafío inolvidable. E inolvidable fue, qué duda cabe.
Boogie Nights (Paul Thomas Anderson, 1997)
Duración: 2 minutos 55 segundos
Desquitándose de sus humildes orígenes en el corto The Dirk Diggler Story (el embrión de este filme) y con ganas de marcarse un debut largo segundo filme de impresión, Paul Thomas Anderson nos mareó a golpe de steadycam y luces de neón setenteras. Las comparaciones entre la longitud de este plano secuencia y la del finstro de Mark Wahlberg son tentadoras, a qué negarlo.
Oldboy (Park Chan-Wook, 2003)
Duración: 3 minutos 20 segundos (empieza en el segundo 22 del vídeo)
Tan morbosa en lo argumental como virtuosa en lo técnico, la película que convirtió a Park Chan-Wook en el embajador mundial del cine coreano tiene uno de sus puntos álgidos en esta escena, donde Choi Min-Sik le da p'al pelo a un grupo de matones en un pasillo. Inicialmente puede parecer sencilla, pero piensa en ese pobre operador de cámara moviendo su aparato a derecha e izquierda.¿Tendrá Spike Lee el valor de incluir un momento similar en su remake?
Hijos de los hombres (Alfonso Cuarón, 2006)
Duración: 4 minutos 8 segundos
Incluso en sus trabajos de encargo como Harry Potter y el prisionero de Azkaban, Cuarón había demostrado que le gustan los planos secuencia más que a un tonto un lápiz. De modo que, en Hijos de los hombres, echó el resto en lo que a continuidad sin cortes se refiere. Aquí, en concreto, el mexicano logró la proeza de mover su cámara en libertad dentro del reducido espacio de un coche. El rodaje de la escena puso en apuros tanto al equipo técnico como a los actores, pero el resultado fue una sublime secuencia de acción.
Uno de los nuestros (Martin Scorsese, 1990)
Duración: 3 minutos
El mafiosillo Ray Liotta quiere impresionar a su chica Lorraine Bracco, y el director Scorsese quiere apabullar a un público y una crítica que amenazan con darle la espalda. ¿Cómo resolver la situación? Llevándose de paseo a la moza por las interioridades del Club Copacabana de Nueva York, el primero, y narrando el alarde en un travelling antológico cuya duración está medida al dedillo para ajustarse a los compases del And then He Kissed Me de las Ronnettes, el segundo.
Los Vengadores (Joss Whedon, 2013)
Duración: 42 segundos
Este tracking shot no es el más largo de nuestro informe, y el uso de efectos digitales puede ser considerado por algunos como una trampa. Pero Joss Whedon, gran aficionado a las tomas largas, logró en él dos cosas muy importantes: demostrar que una escena de acción no precisa de un montaje a lo Michael Bay para resultar trepidante, y llevar al paraíso a innumerables marvel zombies mostrando a todos sus héroes favoritos en una toma sin cortes. Y luego se preguntan por qué esta película arrasó en taquilla...
Sed de mal (Orson Welles, 1958)
Duración: 3 minutos 20 segundos
"Tengo que rodar una película para Universal, y quieren que Charlton Heston haga de mexicano", se quejaba un alcoholizado Orson en Ed Wood. En esa línea de diálogo, Tim Burton aprovechaba para lanzar un guiño a este tremendo drama policíaco cuyo comienzo sigue dejándonos con la boca abierta. En él, Orson aprovechaba al máximo su nuevo juguete (la cámara con grúa) y la música de Henry Mancini para bordar una secuencia mutante, frenética y explosiva en la que su ojo no conoce fronteras. Literalmente.
La soga (Alfred Hitchcock, 1947)
Duración: 10 planos secuencia de entre 9 y 10 minutos
Era inevitable que esta película tenía que salir aquí. ¿Por qué? Pues porque, en ella, un 'Hitch' tan genial como siempre decidió limitar al mínimo el uso del montaje, rodando las pesquisas de James Stewart y las villanías de sus alumnos psicópatas a base de planos secuencia. Los cortes, 10 en total, se producen aproximadamente cada 10 minutos (la duración máxima de una bobina de película), y están disimulados con tanta maña que apenas se notan, aprovechando los momentos en los que el proyeccionista de cine debía cambiar los rollos. El experimento de Hitchcock obligó, además, a diseñar un decorado que permitiese a la cámara, y a los actores, moverse sin interrupción.
El arca rusa (Alexandr Sokurov, 2002)
Duración: 93 minutos. Has leído bien.Una reflexión sobre la naturaleza del tiempo histórico. Un tratado de historia de Rusia. Una historia de fantasmas. Un homenaje al Hermitage de San Petersburgo, palacio y museo lleno de obras de arte. Un experimento arrebatador. Un alarde técnico capaz de dormir a una oveja a golpe de metáfora. El arca rusa puede ser todas estas cosas, según se mire, pero sólo algo es indiscutible: Sokurov la rodó en una única toma de steadycam, minuciosamente ensayada y coreografiada. Sólo por eso (y por su belleza visual) merece quedar en el recuerdo.
Via:Cinemania
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