sábado, 6 de octubre de 2012

[Crónica Sitges 2012] Otro susto de muerte para Belén Rueda


Belén Rueda es un cadáver nada exquisito en la ópera prima de Oriol Paulo, thriller tramposo y cansino pero con un final sabrosón. Por TONI VALL

[cronica sitges 2012] otro susto de muerte para belen rueda
Todavía desempolvando moquetas, paneles, pósters y carpas, amaneció ayer Sitges para arrancar la 45 edición de su inmortal festival de cine. Un cartel más atiborrado que nunca y con más secciones para que todo se confunda más y el freaky del fantástico –quien firma, sin ir más lejos- se relama los bigotes con fruición. David Cronenberg, Tim Burton, Jennifer Lynch –mejor película en 2008 con Surveillance-, Léos Carax, Guy Maddin, Don Coscarelli, Takeshi Kitano, Dario Argento, Daniel Calparsoro, Tsui Hark, Rob Zombie, Barry Levinson y J.A. Bayona, resumiendo mucho, integran la nómina de este año. Claro que de momento el único famoso que he avistado es una mujer de rasgos nórdicos abordada por unos caza-autógrafos en el hall del hotel Melià. ¿Quién es? Me pregunto. Ni idea. Y al rato, mi ignorancia obtiene su respuesta: Denise Crosby, protagonista de Cementerio viviente y miembro del jurado de la sección oficial de este año.
Lo de Belén Rueda protagonizando la película inaugural empieza a asemejarse a un bucle, a un extraño comportamiento paranormal del que nadie, ni a ella ni al festival, les apetece desembarazarse. Tras El orfanato y Los ojos de Julia, el guionista de la esta última, Oriol Paulo, ha presentado su ópera prima El cuerpo, suerte de thriller ambientado en un instituto anatómico forense, con un punte de partida excelente, un desarrollo tirando a chusquero y un final de lo más sorprendente. Por partes. Primero lo malo. Clichés por todas partes: fumar mucho porque queda bien, unos policías atrapados por su vena peliculera que resultan risibles, tormentas y apagones sin venir a cuento y caprichosas linternas que no iluminan nada. La enfermiza obsesión por el clima, por el marchamo de género, lleva a Paulo a exageraciones visuales bastante cansinas. El vestuario parece salido del fondo de armario de las teleseries de policías de Antena 3 y Jose Coronado luce el peor peinado de la historia del cine español. Algunos guiños son simpáticos: escena en el ascensor a lo Atracción fatal y Hugo Silva subiendo las escaleras con una copa de vino en lugar del vaso de leche de Cary Grant en Sospecha. Belén Rueda luce tropecientos vestidos distintos y siempre parece recién salida de la peluquería y Hugo Silva tiene carta blanca para dar esquinazo siempre que quiera a los justitos maderos que le vigilan. Bueno, listo el acopio de lo accesorio, lo prescindible y lo risible, es de justicia añadir que tras deglutir una hora y media de una trama rallando en lo soporífero y lo manido, el giro final propuesto por Paulo esconde una enjundia de lo más estimulante. Se da uno cuenta entonces que lo han estado timando con trampas y tejemanejes que se evaporan con un chasquido de dedos. Confieso que iba con ganas de sacar el hacha pero ya ven, será que la vena juguetona de ese encantador final ha domesticado mis ya de por si flojillos instintos depredadores.

Todavía desempolvando moquetas, paneles, pósters y carpas, amaneció ayer Sitges para arrancar la 45 edición de su inmortal festival de cine. Un cartel más atiborrado que nunca y con más secciones para que todo se confunda más y el freaky del fantástico –quien firma, sin ir más lejos- se relama los bigotes con fruición. David Cronenberg, Tim Burton, Jennifer Lynch –mejor película en 2008 con Surveillance-, Léos Carax, Guy Maddin, Don Coscarelli, Takeshi Kitano, Dario Argento, Daniel Calparsoro, Tsui Hark, Rob Zombie, Barry Levinson y J.A. Bayona, resumiendo mucho, integran la nómina de este año. Claro que de momento el único famoso que he avistado es una mujer de rasgos nórdicos abordada por unos caza-autógrafos en el hall del hotel Melià. ¿Quién es? Me pregunto. Ni idea. Y al rato, mi ignorancia obtiene su respuesta: Denise Crosby, protagonista de Cementerio viviente y miembro del jurado de la sección oficial de este año.
Lo de Belén Rueda protagonizando la película inaugural empieza a asemejarse a un bucle, a un extraño comportamiento paranormal del que nadie, ni a ella ni al festival, les apetece desembarazarse. Tras El orfanato y Los ojos de Julia, el guionista de la esta última, Oriol Paulo, ha presentado su ópera prima El cuerpo, suerte de thriller ambientado en un instituto anatómico forense, con un punte de partida excelente, un desarrollo tirando a chusquero y un final de lo más sorprendente. Por partes. Primero lo malo. Clichés por todas partes: fumar mucho porque queda bien, unos policías atrapados por su vena peliculera que resultan risibles, tormentas y apagones sin venir a cuento y caprichosas linternas que no iluminan nada. La enfermiza obsesión por el clima, por el marchamo de género, lleva a Paulo a exageraciones visuales bastante cansinas. El vestuario parece salido del fondo de armario de las teleseries de policías de Antena 3 y Jose Coronado luce el peor peinado de la historia del cine español. Algunos guiños son simpáticos: escena en el ascensor a lo Atracción fatal y Hugo Silva subiendo las escaleras con una copa de vino en lugar del vaso de leche de Cary Grant en Sospecha. Belén Rueda luce tropecientos vestidos distintos y siempre parece recién salida de la peluquería y Hugo Silva tiene carta blanca para dar esquinazo siempre que quiera a los justitos maderos que le vigilan. Bueno, listo el acopio de lo accesorio, lo prescindible y lo risible, es de justicia añadir que tras deglutir una hora y media de una trama rallando en lo soporífero y lo manido, el giro final propuesto por Paulo esconde una enjundia de lo más estimulante. Se da uno cuenta entonces que lo han estado timando con trampas y tejemanejes que se evaporan con un chasquido de dedos. Confieso que iba con ganas de sacar el hacha pero ya ven, será que la vena juguetona de ese encantador final ha domesticado mis ya de por si flojillos instintos depredadores.
 
Via:Cinemania

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