Ha muerto un inventor cuya huella tardará en olvidarse. Una obviedad resulta ver quien ha escrito con prontitud para su obituario: Barack Obama, Steven Spielberg y Bill Gates. Steve Jobs inspiró abiertamente una película, ‘Piratas de Silicon Valley’ (Pirates of Silicon Valley, 1999), encarnado por un Noah Wyle perfecto para ese hippie zen que fue el primer Jobs, definido en esta foto con Gates como el rival perfecto. Más sutilmente puede verse al Tony Stark de ‘Iron Man 2’ (id, 2010) enfrentado al personaje de Sam Rockwell como un guiño a ese Jobs, accionista mayoritario de Disney, enfrentado a Bill Gates. Cambió la manera en que concebimos la tecnología con hábitos, usos y prácticas. Lo que los inventores ven es lo que no somos capaces de entender: la sencillez siempre es a posteriori, jamás puede concebirse antes.
Lo que hizo Steve Jobs fue invertir en esa idea que tuvo John Lasseter que se llamó Pixar, además de cambiar la manera en que miramos la animación, se convirtió en el accionista mayoritario de Disney. Fue un hombre importante, emprendedor, que además dejó a un grupo de creadores desarrollar una idea potente cuando nadie parecía creer que tras esa tecnología se escondieran esas obras maestras que, adaptando principios clásicos de narración, pudieran demostrar, una vez más, que la tecnología no son su. Su pérdida es triste, pero debería inspirar, como su memorable discurso de Stanford arriba enlazado, antes que verse con esa melancolía inmediata de ver que el legado es todo lo que queda, pero que a fin de cuentas la muerte es burda, impasible.
Vía:blog de cine
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