Ayer, en la edición digital del periódico El País encontré una noticia con el siguiente titular: “La recaudación del cine español en el extranjero cae más de un 37%”. Esta mañana, mientras desayunaba, leía la misma información en una de las páginas de La Verdad, donde se le daba otro enfoque: “El cine español recaudó más en el extranjero”. En el primer artículo se destacaban las pérdidas y el pesimismo de Fernando Trueba (que más o menos venía a decir que un par de películas habían evitado el desastre), mientras que en el otro, con las mismas cifras y el mismo protagonista, se hablaba de ganancias y creadores talentosos pero torpes vendiendo sus obras.
La realidad es que en 2010, el cine español recaudó en el extranjero 90 millones de euros (siendo visto por 16,3 millones de espectadores), diez más que en España (12,9 millones de espectadores); ahora bien, aunque se ha lanzado fuera de nuestras fronteras un 18% más de películas españolas, se ha recaudado 54 millones de euros menos, una caída del 37,5%. De estos datos se pueden sacar las lecturas que se quiera, a ser posible teniendo en cuenta todos los factores relevantes. Me refiero a que me parece de lo más lógico que “nuestro cine” recaude más en el mercado internacional, que es más amplio, como también que en la época de crisis en la que aún estamos enfangados (y que afecta al cine igualmente), es normal que haya bajado la recaudación, de hecho, la pérdida de espectadores es una preocupación general; en Estados Unidos se está cuestionando el 3D justo antes del estreno de una buena ración de blockbusters veraniegos en ese formato.
Pero lo que más importa, creo yo, es sacar conclusiones, buscar soluciones, y sobre todo, actuar, remediar la situación, no seguir haciendo lo mismo a ver si suena la flauta. En este sentido, me preocupa el discurso de Trueba tanto como el de otros cineastas españoles, a los que veo algo resignados; el ganador de un Oscar por ‘Belle Époque’ (1992) pareció apuntar en dos direcciones (conste que no he dicho “mirar”). Por un lado, aunque suavemente, atacó a los medios nacionales, a los que señaló como parte del problema en el que se encuentra el cine español, por dar una visión tan crítica y negativa, recordando (como ya han hecho otros directores, quizá tras haber asistido a un cursillo de “Defensa contra las artes oscuras del periodismo español”) que la prensa francesa defiende y vende el cine francés, aunque no lo merezca. Esto es, hay que hablar bien de las películas españolas, como norma. Dicho de otra manera: engañar a la gente. No me apunto.
En segundo lugar, cuando le preguntaron por soluciones desde su parcela, como creador, como autor de este cine español en crisis, dijo que no se plantea cómo recuperar al público, que “perseguir al público es igual de imposible que correr detrás de la juventud”. O sea, seguir como hasta ahora, relajaíco en el sofá. Son unas declaraciones que no me sorprenden, y donde encuentro un verdadero problema, una preocupante falta de autocrítica. Desde luego, estoy de acuerdo en que pensar solo en las cifras puede matar el cine, perjudicar la calidad de los trabajos (ojo, PUEDE), pero igualmente, cabría preguntarse por qué se hacen películas que (casi) nadie quiere ver, y por qué se hacen tantas, cuando no hay mercado. ¿Para quién se hacen? Sin embargo, no veo que esto se esté planteando. La verdad, me parece muy irresponsable hacer cine sin tener muy en cuenta lo que se ofrece al público en un momento tan preocupante como el actual, con esas cifras en la mano. ¿Qué opináis?
PD: Trueba, hace dos años (aquí): “Las televisiones son enemigas del cine, de la cultura y de la educación… de la sociedad [...] El cine español, como el francés o el alemán, es un montón de mierda del que, de repente, surgen cosas hermosas”.
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