Los cambios que hizo la organización en la pasada gala de los Oscars 2011 respecto a la del año pasado para aumentar la audiencia televisiva no han surtido efecto.
Recordad que la ceremonia de los Oscars 2010 mantuvo atentos a la caja tonta a más de 39 millones de espectadores yanquis, logrando la alfombra roja más de 31,5 millones. El share fue de un 41%, lo que supuso un incremento del 20% en relación a la del 2009, que registró más de 33 millones de televidentes con un 32% de share global.
Pues bien, visto lo visto en el show de este año, rotundamente plomizo, soso, sin carisma, sin chispa, con un James Franco ausente, y una Anne Hathaway intentando animar el espectáculo sin terminar de conseguirlo, amén de los discursos carentes de la emotividad de una cita como ésta y las continuas pausas publicitarias, era de suponer que imperaría la lógica y que el público televidente haría zamping sí o sí.
Y parece que así fue, más o menos. En las primeras horas tempraneras posteriores a la gala los datos de audiencia son implacables: el share disminuyó un 7% respecto al del año pasado, es decir llegó a los 34%, y ’sólo’ consiguió reunir ante la televisión a unas 35 millones de criaturas USA.
Faltan aún los datos definitivos que ofrecerán Nielsen al final del día, pero las duras críticas que ha recibido la retransmisión por parte de los críticos televisivos parecen así justificadas.
Se habla en general de ‘doloroso esfuerzo por captar a los más jóvenes’, de que las referencias a Internet y a redes sociales no han conseguido hacer el espectáculo más moderno, ni mucho menos entretenido, y que los anfitriones no han estado a la altura, calificando la retransmisión como una de las peores de la Historia de los Oscars.
No obstante, no se trata de un fracaso total, aunque sí da un toque de atención a la organización de la gala para esmerarse el próximo año, y que realmente innove. Por el bien de los que nos pegamos una madrugada larga sin dormir.
- Vía | Reuters
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