Me alegra que me contraten, me da igual por qué, hay pocos papeles para las mujeres de mi edad.(Isabella Rossellini)
La radiante presidenta del jurado de la 61ª edición de la Berlinale volvió a ser el centro de atención de una rueda de prensa, que sin embargo no despertó mucho interés por parte de los medios acreditados. El motivo era la presentación de ‘Late Bloomers’, una comedia dramática dirigida por Julie Gavras que Isabella Rossellini protagoniza junto a William Hurt, quien lamentablemente no ha podido venir a Berlín. La película no aspira al Oso de Oro pero antes voy a hablar de dos títulos que sí compiten, proyectadas en la mañana de esta octava jornada, una procedente de Corea del Sur y una coproducción de Israel y Reino Unido. Casualmente, todas giran en torno a parejas. Y en todas surge la infidelidad, es curioso.
‘Come Rain, Come Shine’, ven sueño
‘Come Rain, Come Shine’ (‘Saranghanda, Saranghaji Anneunda’, 2011) arranca con un largo plano secuencia en el que vemos a una pareja en el interior de un coche, charlando. La cámara está pegada al coche y muestra a los protagonistas a través del parabrisas durante más de diez minutos, lo que sinceramente no me parece la mejor manera de empezar una película. Pero la peor parte son los diálogos, vagos, muy corrientes, sin chispa alguna. Llegué a pensar que estábamos a punto de ver otra memez del calibre de ‘Un mundo misterioso’; por fortuna, el film coreano no está tan descuidado y, aunque resulta bastante tedioso (en especial durante una proyección tan temprana), tiene algunas ideas interesantes, llegando uno a sentir cierto interés por conocer el desenlace de la historia. Que por cierto lo destripan en la sinopsis que ofrece la web del festival, menos mal que no suele leerlas antes de ver las películas.
La conversación dentro del vehículo gira en torno a temas variados, hasta que en un momento dado la chica (Lim Soo-jung) le suelta a su pareja (Hyun Bin) que va a dejar la casa, que le abandona; el joven pregunta si hay otra persona, y ella lo confirma, asegurando que él sabe de quién se trata (previamente hablaron de un fotógrafo, y dio la impresión que el chico había sacado el tema con una mal disimulada desconfianza). La acción se traslada ahora al hogar de ambos, y de ahí no saldremos en lo que resta de película. La chica está empaquetando sus cosas, pero se plantea posponer su marcha debido a una fuerte lluvia. La cámara la sigue a la pareja de habitación en habitación, mientras los dos jóvenes hablan y se mueven de un lado a otro con desesperante apatía. Repetidamente comentan dónde van a cenar, y por qué el chico no está enfadado por lo ocurrido, mostrándose tan colaborador y amable como siempre.
Cuesta mantenerse concentrado en la pantalla durante cien minutos cuando todo se centra en unos protagonistas que parecen no tener el menor interés en nada de lo que dicen o hacen, y cuando la realización tampoco colabora, apostando Lee Yoon-ki (director y autor del guion) por una puesta en escena muy simple y la cámara en mano para acercar detalles al espectador, en escenas tan fascinantes como la preparación de un plato de pasta. Lo que me gusta es la idea de usar la casa como metáfora de la relación de esta pareja, con los defectos (la puerta que no se abre bien) y las goteras que no habían notado antes, y todos esos recuerdos de su vida en común; o que se enteren de las inundaciones tarde y por las noticias, viviendo ellos en su propia burbuja. En resumen, un relato fallido, hueco, una gran decepción, esperaba muchísimo más de la representante coreana en la sección oficial a concurso.
‘Lipstikka’, crudo y carnal relato de dos amigas
Gran parte de lo que le falta a ‘Come Rain, Come Shine’, como es pasión y crudeza, le sobra a la siguiente película que vimos en la jornada, ‘Lipstikka’ (‘Odem’; Israel, Reino Unido, 2011), escrita y dirigida por Jonathan Sagall. No es un relato del todo logrado, pues confía demasiado en la fuerza de una revelación del pasado de las protagonistas, lo que resulta ser un error, pues uno ha visto hechos más duros y traumáticos en el cine, y no queda muy clara su conexión con el presente. La película arranca muy bien, mantiene el interés gracias a las actrices y una realización muy elegante, muy cuidada, con la cámara captando siempre las diferentes emociones de lo que pasa en la pantalla, pero conforme avanzan los minutos va quedando al descubierto que el entramado es menos complejo de lo que parecía, el guion de Sagall va dando vueltas sobre los mismos puntos y, como digo, la resolución no resulta tan impactante como se pretende.
La película gira en torno a la apasionada amistad entre dos mujeres que dejaron Palestina para vivir en Londres. Lara (Clara Khoury) se ha integrado perfectamente y goza de una vida muy acomodada, tiene una gran casa, es esposa y madre, mientras que Inam (Nataly Attiya) es una mujer sin rumbo, aunque intenta ocultarlo. En realidad, Lara tampoco es feliz, pero ha aprendido de su amiga, y nadie puede descifrar la verdad de su rostro o su comportamiento. Solo en su interior podemos hallar la amargura de un falso matrimonio (no duerme con su marido, que suele ver a otras mujeres) y de una vida indeseada, pero respetable y envidiable desde un punto de vista superficial (el único que conoce mucha gente). Inam busca ayuda en Lara, pero ésta no desea que nada rompa el “perfecto” equilibrio que ha conseguido. En el fondo, desea olvidar un oscuro episodio que todavía le causa remordimientos.
Está muy bien plasmada la relación entre Lara e Inam, es muy natural y verosímil, así como sus diferentes personalidades (la primera recurre al alcohol para las penas, la otra prefiere el sexo). Solo dura noventa minutos la película y creo que Sagall no está muy acertado manejándolos, a mí me sobra lo que ocurre en el falso flashback (pues lo veremos después sin mentiras, otra vez entero), que parece puesto ahí solo para mostrar más carne y sexo (muy bien filmado, por cierto); por el contrario, me faltan más minutos de la relación entre las dos mujeres, como ciertos episodios importantes de los que solo vemos instantes sueltos. No digo que sea mala idea esto último, pero puestos a ocupar una hora y media, me parece más interesante ver acontecimientos nuevos que repetir un flashback cambiando el desenlace. No sabría decir si tiene serias opciones a los premios, porque pese a los aplausos o los abucheos suele haber sorpresas en el palmarés, pero desde luego no la descartaría, hay talento y energía en esta ‘Lipstikka’.
‘Late Bloomers’, deliciosa comedia sobre la vejez
Imposible resistirse a una comedia dramática protagonizada por Isabella Rossellini y William Hurt. Por fortuna, vale la pena, es más que una simple reunión de estas dos estrellas. Coescrita por Olivier Dazat y la directora Julie Gavras, hija del conocido realizador Costa-Gavras, ‘Late Bloomers’ (Francia, Reino Unido, Bélgica, 2011) gira en torno al paso del tiempo a través de un matrimonio que ya ronda los 60 años, y lo afrontan de diferente manera. Sorprendida por una inocente pérdida de memoria, Mary (Rossellini) descubre de pronto que acaba de cruzar la línea de la vejez, sin darse cuenta, y aunque al principio se resiste, intentando aparentar que todavía sigue siendo una atractiva joven, pronto acepta su realidad y decide disfrutarlo (el título se refiere a una tardía madurez o florecimiento). Sin embargo, su marido no está dispuesto a seguirla.
Adam (Hurt) no se siente viejo, todavía no. Así que se aferra a su trabajo (es arquitecto) pasando casi todo el día en la oficina, incluso durmiendo allí. Mientras Mary va acomodándose a su edad, Adam se rebela intentando volver al pasado, vistiéndose como un muchacho y relacionándose con los jóvenes y entusiastas estudiantes que trabajan en su empresa. Tras treinta años juntos, y tres hijos en común, el matrimonio entra en crisis, y ninguno de los dos parece dispuesto a cambiar su postura. Apoyada en el sensacional trabajo de los actores, y en un guion directo y sencillo, que se toma su tiempo para avanzar pero que no se va por las ramas, Julie Gavras filma una deliciosa historia divertida, dramática y romántica, llena de encanto y autenticidad, que no solo trata sobre una pareja mayor, también sobre la identidad de una persona que la sociedad ya considera casi inútil, cercana a la muerte.
Rueda de prensa de ‘Late Bloomers’
La escasez de profesionales en la sala de prensa permitió un ambiente mucho más distentido de lo habitual. La primera pregunta fue para Isabella Rossellini, sobre su interés en el proyecto: “Hay muchas películas sobre hacerse viejo, que son dramáticas, pero mi experiencia es que no lo es, es cómico, así que cuando leí el guion, sentí que era único”. Sobre hacerse mayor, la actriz dijo que “para la mujer es más difícil, porque tienes que estar bella y sexy, siempre apetecible, y cuando eres mayor te cuesta encontrar un papel en la sociedad. Pero con la edad viene libertad, cuando eres joven tienes que probar cosas, tener una carrera, ser económicamente independiente, demostrar a tus padres que puedes defenderte… y cuando eres mayor, puedes hacer lo que quieras”, expuso Rossellini (con unos 59 años llevados de manera maravillosa). También aclaró que en su caso le ha venido bien para empezar a dedicarse a la dirección, algo que siempre quiso hacer desde niña: “Si fuera joven no lo haría, pero ahora pienso que me voy a morir y que no puedo dejarlo pasar más tiempo [...] No quiero ser joven otra vez, quiero ser elegante y sofisticada, pero no joven, cuando me dicen que parezco más joven me parece un insulto… Mi hijo es negro y la gente me dice que no soy muy oscura, y se supone que tengo que dar las gracias, es insultante”.
Julie Gavras fue eclipsada por la hija de Ingrid Bergman, pero también tuvo su tiempo para hablar de la película. Dijo que las tres mujeres que vemos en el film (hija, madre, abuela) son “la misma persona con diferentes edades, buscando su sitio”. Sobre la idea del guion, la realizadora explicó: “Me interesaba mucho hacer una comedia dramática sobre una pareja, pero no sobre gente de veinte, que es lo habitual, sino con mayores”. Rossellini explicó que no hay nada improvisado en la película, que todo estaba en el guion y se trabajó durante dos semanas de ensayos previos al rodaje. Sobre William Hurt, dijo que “fue maravilloso, es muy fácil trabajar con él [...] me di cuenta que a veces no había diferencia entre hablar con William o hablar con el personaje, eran lo mismo”. Alguien preguntó por las escenas de sexo y la actriz respondió que siempre es incómodo pero que son profesionales; en cuanto al baño que comparten en una escena, “simplemente nos desnudamos, nos metimos en la bañera y fue como, bueno, esto es lo que hay”.
JL Caviaro, 18 de febrero de 2011, Berlín.
Vía:blog de cine
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