La actriz Jill Calyburgh ha fallecido el pasado 5 de noviembre a la edad de 66 años en su casa de Lakeville (Connecticut), tras perder una batalla contra la leucemia que duró 21 años.
Para las jóvenes generaciones de espectadores el rostro de Clayburgh es conocido probablemente por haber participado en series de televisión, como ‘Ally McBeal’ —en la que interpretaba a la madre del personaje central—, o más recientemente ‘Sexy Money’, al lado de Donald Sutherland. Sin embargo, los cinéfilos recordarán el nombre de Clayburgh por otras razones. En mi caso particular,una de las primeras veces que vi a Clayburgh fue en ‘El expreso de Chicago’ (‘Silver Creek’, Arthur Hiller, 1976), comedia de tintes hitchcockianos y que supone el mejor encuentro que tuvieron Gene Wilder y Richad Pryor.
Su nombre fue muy importante en la década de los 70 y parte de los 80, pues al igual que otras actrices de su generación, reflejaban los cambios de la mujer en aquella época. Clayburgh daba vida a mujeres fuertes e independientes, muy alejadas de la típica imagen femenina. Fue nominada dos veces al Oscar por sus interpretaciones en ‘Una mujer descasada’ (‘An Unmarried Woman’, Paul Mazursky, 1978) y ‘Comenzar de nuevo’ (‘Starting Over’, Alan J. Pakula, 1979).
A pesar de estar enferma un tercio de su vida, Jill Clayburgh no dejó de trabajar hasta el último momento. Sus films más recientes, ‘Love and Other Drugs’ (Edward Zwick, 2010) y ‘Bridesmaids’ (Paul Feig, 2011), ésta aún en fase de postproducción, llegarán en breve a las pantallas estadounidenses.
Hasta siempre, Jill.
Vía:Blog de cine
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