El 2009 acaba de empezar, y ya tenemos que lamentar la desaparición de personalidades del cine. El nombre de Pat Hingle probablemente no le dirá nada a las nuevas generaciones, pero hablamos de uno de los mejores secundarios del cine norteamericano. Su rostro os puede resultar muy familiar, sobre todo por haber dado vida al teniente Gordon en la saga de Batman, antes de que llegase Gary Oldman a coger el testigo en la etapa Nolan.
Debutó en un papel muy secundario en la mítica ‘La ley del silencio’, y a partir de ahí se abrió paso en multitud de series de televisión y películas. Dio vida a todo tipo de personajes, haciendo gala de una envidiable versatilidad. Daba igual que fuera un bonachón o el mayor malvado que parió madre, Hingle lo bordaba. Su mayor handicap fue vivir bajo la sombra de ser siempre un secundario, y perdió la oportunidad de su vida al no poder aceptar el papel protagonista de ‘El fuego y la palabra’ debido a un penoso accidente (se cayó por el hueco de un ascensor), recayendo el personaje en Burt Lancaster, quien consiguió el Oscar por su interpretación.
Al lado de Clint Eastwood protagonizó films como ‘Cometieron dos errores’, ‘Ruta suicida’ e ‘Impacto súbito’, en los que se puede comprobar su gran profesionalidad. Trabajó hasta el último de sus días.
Hasta siempre Pat.
Texto:Alberto Abuin
Vía:Blogdecine
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