¿Qué ocurre cuando Drácula, Frankenstein, la Momia y su parentela se dan cita en el mismo filme?
Sabíamos que, tras el auge de
Marvel, los
universos compartidos están en plena boga entre las productoras de Hollywood. Y también éramos conscientes de que, tras esa salida en falso que fue
El hombre lobo (Joe Johnston, 2010), la
Universal planeaba iniciar
otro reboot de sus monstruos clásicos (Drácula, el buen y viejo
Frankenstein, la
Momia y
compañía) guardando continuidad entre los filmes. Ahora bien: lo que no
sabíamos, y que nos ha puesto los pelos de punta, es que seguramente
las películas resultantes
no serán de terror, sino de acción. Vamos, que los espadazos medievales de
Drácula: la leyenda jamás contada podrían
ser un anticipo de lo que nos espera, nos guste eso o no. Y, la verdad,
por aquí no nos gusta demasiado. ¿Por qué? Pues porque supondría
traicionar las esencias de un subgénero conocido como
‘monster mash’ en el mundo anglosajón, cuya premisa es
juntar a todos los monstruos posibles en una misma película y
que hasta ahora sólo ha salido bien cuando se respetaban las premisas
del ‘cine de sustos’… o cuando optaba por la parodia sin complejos. Aquí
tienes unos cuantos ejemplos.
Frankenstein contra el Hombre Lobo (R. W. Neill, 1943)
Monstruos en nómina: Bueno, el título lo dice todo…
Aunque, en años posteriores,
La mansión de Frankenstein y
La mansión de Drácula consagrarían la fórmula del
monster mash, resumible básicamente en un “cuantos más engendros, mejor”, el primer
crossover entregado por la Universal sólo presenta a dos criaturas de la noche. Pero qué criaturas, oiga: nada menos que
Lon Chaney Jr., interpretando de nuevo al peludo y colmilludo
Lawrence Talbot, y la creación del doctor Frankenstein, esta vez con
Bela Lugosi sustituyendo (¿o suplantando?) en el papel al habitual
Boris Karloff. El guión corre a cargo de
Curt Siodmak, uno de los grandes maestros del terror de saldo, y eso se nota para bien.
Abbott y Costello contra los fantasmas (Charles Barton, 1948)
Monstruos en nómina: Drácula (Bela Lugosi, encarnando al Conde por última vez en su carrera),
el
Hombre Lobo (Lon Chaney Jr., para variar),
Frankenstein (Glenn Strange) y un
Hombre Invisible con la voz de
Vincent Price. Lo mejor de cada casa, vamos.
Pese a la ‘creativa’ traducción española del original
Abbot and Costello Meet Frankenstein, a
esta película no se asoma ni un solo espectro con sábana y cadena. Algo
que, la verdad, nos da lo mismo: agotada en tan solo cinco años (tal
vez los ejecutivos de ahora deberían tomar nota de eso), la fiebre por
el terror de la Universal estaba a punto de llegar a su fin, con lo que
el consabido recurso a la parodia era la única forma de seguir
exprimiéndola. Por fortuna, el contrapunto cómico a la horda mostruosa
recayó en el dúo de
Bud Abbott y
Lou Costello, los sucesores naturales de
Laurel y Hardy. Pese
a severas desavenencias personales y creativas, los dos comediantes
supieron contagiar al conjunto con un cachondeo de altura (no por nada
ellos habían creado el
gag aquél de
Quién juega primero), obteniendo tan buenos resultados en taquilla que repitieron la fórmula en
Abbott y Costello contra el hombre invisible, Abbott And Costello Meet Doctor Jekyll y la postrera
Abbott y Costello contra la momia.
La familia Monster (serie, 1964-1966)
Monstruos en nómina: Vale, sabemos que el bueno de
Herman (Fred Gwynne) no es necesariamente la Criatura de Frankenstein, que al
Abuelo (Al Lewis) y a
Lily (Yvonne De Carlo) les falta el título condal y que a
Eddie (Butch Patrick) le faltan colmillos para ser Lon Chaney Jr. Pero omitirles hubiese sido imperdonable…
Nació como una copia más o menos disimulada de
La familia Addams, y sólo duró dos temporadas en antena por cosas del presupuesto. Pero si
La familia Monster sigue teniendo
fans pese a las décadas, es por algo: los habitantes del
1313 de la Calle Pájaro Burlón no
sólo parodiaron con amabilidad y tino a los monstruos clásicos, sino
que también rompieron tabúes (Herman y Lily fueron, atención, el segundo
matrimonio en la historia de la TV al que se vio compartiendo la cama) y
sedujeron a los espectadores con un estupendo diseño de producción, con
hitos tales que el coche de carreras
Drag-U-La. Gracias a esta popularidad, la serie generó películas (como
La herencia de los Monster, 1966) y telefilmes, amén de tener dos amagos de resurrección: el primero,
La familia Monster, hoy (1987), fue directamente penoso, mientras que la
tv movie Mockingbird Lane (escrita por
Bryan Fuller -Hannibal- y dirigida por
Bryan Singer) resultó mucho más digna, pero no tuvo continuidad.
Buenas noches, señor monstruo (Antonio Mercero, 1982)
Monstruos en nómina: Drácula (Luis Escobar, marqués en la vida real),
Quasimodo (Guillermo Montesinos, en un papel que le pega como un guante), el
Hombre Lobo (Paul Naschy, quién si no) y la
Criatura de Frankenstein (Fernando Bilbao).
Echémosle la culpa a
Spielberg, a la Transición o al entusiasmo provocado por el Mundial del
Naranjito, si queremos, pero la realidad está ahí: un año después de que
Las aventuras de Enrique y Ana enfrentase a
Enrique del Pozo con una horda alienígena encabezada por
Agustín González, los sufridos niños españoles de los 80 vieron al grupo infantil
Regaliz protagonizando
su propia película de fantasía, con actores de campanillas en el
reparto (Naschy, el licántropo español por antonomasia, y un Luis
Escobar que cambiaba el
berlanguiano marquesado de
Leguineche por el condado transilvano de Drácula) y una banda sonora cuya canción titular daría escalofríos hasta al doctor
Van Helsing. Todo ello, para colmo, dirigido por el futuro autor de la aún más terrorífica (según se mire)
Farmacia de guardia.
Una pandilla alucinante (Fred Dekker, 1987)
Monstruos en nómina: Drácula (Duncan Regehr), la Momia (M. R.
Mackay), la Criatura de Frankenstein (Tom Noonan), el monstruo de la
Laguna Negra (Tom Woodruff Jr.) y
el
Hombre Lobo (Carl Thibault). Todos dispuestos a dejarse zurrar la badana por una pandilla de chavales de los 80.
Tras haber catado las mieles del éxito con
Arma letal, su debut como guionista,
Shane Black se las veía muy felices con esta película:
Una pandilla alucinante combinaba el subgénero de las pandillas juveniles (entonces en plena boga gracias a
Los Goonies) con la nómina completa de monstruos de la Universal, contaba con unos estupendos efectos visuales a cargo de
Stan Winston y,
para colmo, los chistes eran buenos. ¿Qué más se podía pedir? Pues está
claro que debía faltar algo, porque la película fue un fracaso de
crítica y de taquilla,
finiquitando
de facto la carrera del director Fred Dekker y relegando a Black para los restos al género de acción (hasta que
Kiss Kiss, Bang Bang le hizo entablar una bonita amistad con
Robert Downey Jr., pero esa es otra historia). Estadísticas aparte,
Una pandilla alucinante queda
como un filme muy entrañable, muy revisitable y que, con los años y las
emisiones televisivas, se ha ganado un bien merecido
fandom en Estados Unidos.
Van Helsing (Stephen Sommers, 2004)
Monstruos en nómina: Drácula (Richard Roxburgh) y sus novias (entre ellas,
Elena Anaya), el
doctor Jekyll (Stephen H. Fisher) y
Mr. Hyde (Robbie Coltrane), un
Hombre Lobo (Will Kemp) y, por si faltase alguien en la fiesta, la
Criatura de Frankenstein (Shuler Hensley).
Visto que aquello de
La momia había funcionado bien, el director Stephen Sommers y los mandamases de la Universal siguieron adelante con su primer intento de
rebootear a sus monstruos clásicos en la era de los efectos digitales. Sólo que cambiando a
Brendan Fraser por un
Hugh Jackman cazavampiros, lo
que podría verse como una mejora, y rebozando en guiños al pasado e
ironía posmoderna esa añeja política consistente en acumular cuantos más
engendros de la noche, mejor. Así las cosas,
Van Helsing estaba destinada desde su concepción a ser una de esas películas tan odiadas por los críticos (el veterano
Roger Ebert fue,
para variar, uno de los pocos que pillaron el chiste) como adorada por
un público cuyo paso por taquilla la convirtió en uno de los títulos
más taquilleros de su temporada. Pese a dicho éxito económico, y a ser
lo más parecido a una adaptación al cine que ha tenido la saga de
videojuegos
Castlevania, la película falló a la hora de generar una secuela… pero mucho ojo, porque
un reboot con Tom Cruise como protagonista está ahora mismo en preparación.
Monstruos contra alienígenas (R. Letterman, C. Vernon, 2009)
Monstruos en nómina: La Mujer de 50 pies (voz en inglés:
Reese Witherspoon), la
Masa Devoradora (doblada por
Seth Rogen), el
Hombre Mosca (perdón: cucaracha; sus cuerdas vocales en VO son las de
Hugh Laurie), una criatura piscícola muy similar al
Monstruo de la Laguna Negra (y que suena como
Will Arnett), amén de un
Insectosaurio de lo más parecido a
Mothra. Ah, y también alienígenas.
Suponemos que por razones de derechos, la primera producción en 3D con el sello
Dreamworks camufló
las identidades de sus engendros bajo convenientes seudónimos. La
verdad, eso a algunos nos importó poco, ya que, por una vez, el filme se
olvidaba de vampiros, hombres-lobo y similares para fijarse en otro
elenco monstruoso del que pocos se acuerdan:
el de las películas de serie B de los 50. Aun sin resultar una obra maestra,
Monstruos contra alienígenas quedó
como un trabajo muy entrañable, y con un mensaje de fondo sobre
aceptarse a uno mismo, ser comprensivo con los defectos ajenos y todas
esas cosas que la hace aún hoy de lo más entrañable. Confiésalo: ¿a que a
ti también se te escapó un
“Oooh…” de ternura cuando
[SPOILERS] viste a Insectosaurio con sus alitas de mariposa?
[/SPOILERS]
Hotel Transilvania (Genndy Tartakovsky, 2012)
Monstruos en nómina: Drácula (Adam Sandler) y su hija
(Selena Gomez),
Frankenstein y su
Novia, un matrimonio de
licántropos con las voces en VO de
Steve Buscemi y
Molly Shannon, el
Hombre Invisible, Quasimodo, el
Hombre Mosca y la
Momia. Y unos cuantos botones zombies, también.
Nuestra segunda parada en el cine de animación viene poblado de
engendros mucho más clásicos, y también firmado por un nombre ilustre:
no en vano supuso el debut en pantalla grande del creador de
Las Supernenas, El laboratorio de Dexter y
Samurai Jack. Si
bien su premisa (básicamente, que Drácula sea un ejemplar padre viudo,
amén de honrado empresario hostelero) podía echar para atrás a más de un
adicto al terror clásico, el filme comparte con
Monstruos contra alienígenas la
condición de producto para toda la familia, capaz de evitar que los
padres se aburran y que, lo más importante, esquiva la tentación de
tratar a los
peques como tontos incapaces de apreciar un buen
susto. Por otra parte, también hemos de señalar que su historia de amor
humano-vampírica, amén de adolescente, le da sopas con onda a la de
Crepúsculo. Lo cual, para qué nos vamos a engañar, tampoco era demasiado difícil…
Penny Dreadful (serie, 2014-…)
Monstruos en nómina: ¿Cuántos podemos decir sin caer en
SPOILERS? Bueno: dejémoslo en que hay
vampiros. Y un
hombre-lobo. Y
fantasmas. Y
un médico aficionado a recauchutar cadáveres. Y…
“¡Basta ya de cachondeo!”, debieron exclamar
Sam Mendes y el guionista
John Logan cuando trabaron conocimiento durante el rodaje de
Skyfall. Si su película
jamesbondiana había tenido por objeto darle el punto definitivo de seriedad al 007 de
Daniel Craig, la
pareja se empeñó aquí en que los viejos monstruos volviesen a dar
miedo. ¿Lo consiguieron? Pues la verdad es que sí: dosificando con
mesura unas revelaciones que, en muchos casos, el público se olía desde
el principio (cómo disfrutamos aquel
[SPOILERS] “Mi nombre es Victor Frankenstein” [/SPOILERS], ¿verdad?), con un reparto de lo más solvente encabezado por
Timothy Dalton y
sin mostrar el menor reparo cuando de recurrir al gore se trata, esta
serie de tenebrosa ambientación victoriana consigue arrancarle los
resabios de parodia al
monster mash: esperemos que esa segunda
temporada prevista para 2015 sepa mantener el listón alto. Ah, y casi se
nos olvida la aportación, desde la silla del director, de un tal
Juan Antonio Bayona…
La cabaña en el bosque (Drew Goddard, 2012)
Mónstruos en nómina: Más de los que te puedes imaginar… y ninguno de los que te esperas.
Como habréis podido observar, en este repaso a los cruzamientos
monstruosos hemos procurado respetar el orden cronológico. ¿Por qué nos
saltamos esa norma al hablar de
La cabaña en el bosque? Sencillo:
entrar en materia sobre el cómo y el por qué de la superpoblación
monstruosa que llena esta película nos haría destripar todo el argumento
casi de golpe. Dejémoslo en que Goddard y su coguionista, un tal
Joss Whedon, le dieron aquí una vuelta de antología al subgénero, amén de revalidar el derecho de
los monstruos del terror ochentero (ya sabes: los de
Hellraiser, Viernes 13, Posesión infernal y
compañía) a asociarse para hacer el mal y cosechar víctimas a
espuertas, como ya lo hicieran sus ancestros de Transilvania. Todo ello,
además, rematado con una moraleja muy bonita: a veces, los humanos
somos las criaturas más malignas. Y los que nos sentamos en el patio de
butacas, ni te contamos…
Via:cinemania