Celebramos los 31 años de la epopeya replicante con un informe que
te hará soñar con unicornios (o con ovejas eléctricas). Por YAGO GARCÍA
En su momento, fue una producción ambiciosa con resultados
decepcionantes en taquilla. Después, se convirtió en un clásico de
culto. Y hoy, a falta de seis años para ese
2019 que tan terrible y distópico parecía en sus imágenes, quedan pocas dudas de que
Blade Runner es
un clásico indiscutible del cine, en general, y del género de
ciencia-ficción en particular. De hecho, nosotros nunca nos cansamos de
verla, y como hoy se cumplen
31 años de su estreno en EE UU, hemos decidido celebrar la efeméride dedicándole un completo reportaje.
Armados con el imprescindible libro
Blade Runner: Futuro en negro, de
Paul M. Sammon, nuestro
equipo ha recorrido los rincones más turbios de internet en busca de
clones descarriados y unicornios de papel de plata. Si te gusta este
recorrido por el mundo de los replicantes, recuerda que en esta misma
web puedes ver joyas como los
bocetos originales,
los storyboards de la primera escena y las
polaroids tomadas por Sean Young durante la producción, además de recordar esa
maldición que (dicen) aquejó a las compañías que pusieron
product placement en el filme. Y, finalmente, puedes repasar
nuestras objeciones contra esa secuela (o precuela) que nunca acaba de llegar...
La larga transición a la pantalla
Muy lejos todavía de la fama que le llegaría de forma póstuma (gracias, por cierto, a las adaptaciones de su obra al cine),
Philip K. Dick publicó su novelita
¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? en
1968. El libro, que mezclaba las paranoias futuristas del autor con las
constantes de un relato policíaco, atrajo la atención de varias figuras
de Hollywood, algunas con tanto caché como
Gregory Peck, quien se mostró muy interesado por su mensaje ecologista. Y también, todo hay que decirlo, la de un director novato llamado
Martin Scorsese, quien
no pudo hacerse con los derechos por falta de fondos. Aun así, el
proyecto pasó por una larguísima travesía del desierto, que habría de
durar más de una década, y que sólo tuvo visos de terminar cuando, en
1977, el productor
Michael Deely compró un libreto escrito por
Hampton Fancher, guionista debutante que jamás volvería a firmar un trabajo de envergadura.
El tebeo que lo cambió todo
A
Ridley Scott, un director inglés con mucha
reputación en el campo publicitario, la ciencia-ficción no le gustaba
demasiado. Pero si gozaba de crédito en Hollywood se debía a ella, y más
concretamente a la visión del género que había entregado en
Alien, su segundo largometraje. Cuando le llamaron para dirigir
Blade Runner, Scott acababa de salir con cajas destempladas de uno de tantos intentos por adaptar
Dune al cine (ese que, con resultados de todos conocidos, retomaría
David Lynch) y
su llegada a la producción obró como el proverbial elefante en la
cacharrería: además de exigir un incremento en el presupuesto y una
reescritura del guión de Fancher (el encargado de esta última sería
David Peoples, futuro libretista de
Sin perdón), el cineasta llevó consigo un libro de estilo en forma de cómic. Se trataba de
The Long Tomorrow, una historieta firmada por sus colegas de
Alien Moebius y
Dan O'Bannon. Si quieres saber por qué
The Long Tomorrow es considerado
"el tebeo de 16 páginas más influyente de la historia del cine",
échale un vistazo a este reportaje.
El escritor yonqui vende su título
Todos estamos de acuerdo en que
¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? no
es, precisamente, el título más pegadizo de la historia. Por ello, el
proyecto para adaptar la novela al cine necesitaba ser rebautizado: tras
el primerizo
Dangerous Days (que, finalmente, serviría para titular un
making of de la película) se optó por comprar el nombre de un guión firmado por el mismísimo
William S. Burroughs. Tan drogadicto como Dick (aunque sus sustancias de cabecera fuesen otras), el autor de
El almuerzo desnudo había titulado así una historia de ciencia-ficción distópica basada en una novela de
Alan E. Nourse. La
cual, todo hay que decirlo, no tiene nada que ver ni con los
replicantes, ni con los coches voladores, pero sí con la ingeniería
genética.
El laberinto del cásting
Para interpretar a
Rick Deckard, cazador de clones
en crisis existencial, se barajaron los nombres de muchísimos
intépretes. Tantos, de hecho, que si nos dicen que les practicaron el
test de
Voight-Kampf durante las audiciones, nos lo creemos. El que más cerca estuvo de hacerse con el papel fue
Dustin Hoffman, pero también figuraron en la lista
Robert Mitchum, Tommy Lee Jones, Christopher Walken, Gene Hackman, Jack Nicholson, Al Pacino, Sean Connery, Robert Duvall y un semidesconocido austríaco llamado
Arnold Schwarzenegger. Eso por citar sólo a unos pocos de los más de 20 candidatos.
El terrorífico sombrero de Harrison Ford
Atendiendo a un consejo de
Steven Spielberg, Scott se decidió finalmente por fichar a
Harrison Ford: un actor de fama creciente, gracias a
Star Wars, pero cuyo caché se mantenía (aún) en términos razonables. Eso sí, Ford acababa de rodar por entonces
En busca del Arca perdida, y
eso se tradujo en una anécdota que puso en jaque al departamento de
vestuario. Dejemos que sea el propio Scott quien nos lo explique:
"Harrison firmó su contrato [para rodar Blade Runner] en
1980, pero yo me lo encontré una noche después de un día de rodaje. Él
condujo hasta Londres, y todavía no se había quitado el maldito sombrero
que llevaba para hacer de Indiana Jones. Yo lo ví, y me dije '¡Oh,
mierda!', porque hasta entonces nos habíamos imaginado a Deckard con
sombrero, como los detectives de las películas de cine negro". La decisión de Scott tras ese chasco fue bastante pragmática:
"Me dije, 'bueno, si no hay sombrero, habrá que cortarle el pelo'. Y así nació el peinado de Rick Deckard".
¿Cómo se viste un replicante?
Muy fan por entonces del trabajo de
Paul Verhoeven (¡vaya, qué casualidad!), Scott tenía muy claro que su actor fetiche,
Rutger Hauer, debía dar vida a
Roy Batty, el
líder de los replicantes Después de firmar el contrato, Hauer decidió
gastarle una broma al director presentándose ante él con las ropas que, a
su juicio, debería vestir un esclavo clónico del año 2019: gafas de sol
verdes
"como las de Elton John", pantalones de vinilo
rosa y una camiseta blanca que dejaba ver su ombligo. Como guinda final,
Hauer se dio un tinte de pelo rubio platino. Según el testimonio de una
de las ayudantes de producción, Scott casi se desmaya del susto al
verle de esa guisa.
'El infierno de Ridley'
Aliado con el experto en efectos especiales
Douglas Trumbull y el diseñador de producción (o, en como prefiere él mismo,
"futurista visual")
Syd Mead, Scott
echó el resto en todo lo referente a la ambientación y los efectos
visuales. Además de un plató tan lleno de detalles que acabó siendo
apodado
'Ridleyville', las joyas de la corona de
Blade Runner fueron dos maquetas: una de ellas era una vista aérea de la ciudad, empleada para las secuencias de despegue y aterrizaje del
spinner, y en cuya construcción se utilizaron piezas de desecho tales que un modelo del
Halcón Milenario. La
otra maqueta representaba el paisaje industrial en el que comienza la
película, y en ella se pusieron a prueba técnicas de todo tipo, desde
cables de fibra óptica (casi
10 kilómetros en
total) para iluminar las ventanas de los edificios a un aceite mineral
vaporizado que representaba la polución del aire. Tan ominoso resultó el
producto final, que los técnicos lo llamaban
'El Hades' y
'El infierno de Ridley'.
Harrison contra Ridley (y contra Sean Young)
Jornadas de rodaje extenuantes, un director perfeccionista hasta lo
maniático, un guión que no entendía casi nadie y constantes vaivenes en
el presupuesto: decididamente, el rodaje de
Blade Runner estuvo
lleno de desgracias. Acentuadas, además, por un 'pequeño' detalle: al
actor principal, la película le parecía una soberana bazofia. Además de
Ridley Scott, quien estuvo peleándose con él desde el primer día de
rodaje hasta el último, la mayor víctima del descontento de Harrison
Ford fue
Sean Young. Según varios testimonios, la intérprete de
Rachael tuvo
que sufrir contínuos desplantes por parte de Harrison, algo que llegó a
su paroxismo durante la escena en la que el detective y la replicante
se enrrollan en el apartamento de Deckard. De hecho, el productor
Michael Deeley suele referirse a ese momento como
"la violación en el pasillo".
Daryl se maquilla, y Rutger improvisa
Mientras Harrison Ford, Sean Young y Ridley Scott libraban su guerra
personal, los actores que daban vida a los replicantes parecían tomarse
mucho más en serio la película. Además de sacarle partido a su
entrenamiento como gimnasta,
Daryl Hannah se jugó los
ojos (literalmente) para la escena en la que su personaje se pinta la
cara usando un aerógrafo: a fin de que la sirena de
1,2,3... ¡Splash! no corriera (demasiado) peligro, el maquillador
Marvin Westmore tuvo que tomarla del brazo y guiar sus movimientos
"como si fuera una marioneta".
En cuanto a Rutger Hauer, llevó su contribución mucho más lejos: el
famoso soliloquio final de Batty fue parcialmente improvisado por él
frente a la cámara. Por ejemplo, las palabras
"Todas esas cosas se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia" no estaban en el guión de David Peoples, y salieron del magín del actor.
La paloma que no quería volar
Otra de las ideas que Rutger Hauer aportó al final de
Blade Runner fue
que Roy Batty tomase en sus manos a una paloma durante sus últimos
momentos de vida. Ahora bien, por muy emocionante que resulte en la
pantalla, eso no hizo más que añadir nuevas dificultades a la
postproducción. Porque, como Ridley Scott comprobó muy a su pesar,
"las palomas no vuelan cuando tienen las plumas mojadas".
"El
pajarraco agitó las alas un par de veces, y saltó a las rodillas de
Rutger, para de ahí bajar del suelo e irse caminando tranquilamente",
narró Scott años después, precisando que tuvo que remediar el chasco
durante la postproducción, con un truco de montaje que, a su vez,
provocó un fallo en el
raccord de luz de la escena.
Edward James Olmos habla otras lenguas
Pese a que su papel de
Gaff, el policía torvo y arribista, es más bien breve, Edward James Olmos se tomó su preparación con mucho rigor. De hecho, la
interlingua (el
galimatías de idiomas en el que se expresa el personaje) tomó forma
tras unas cuantas visitas del actor a la academia de idiomas Berlitz de
Los Ángeles.
"Hablarlo era una putada y media, pero aportaba algo al filme", comentó Olmos. Y, tras leer transcripciones tales que
"Señor, adana kobishin angum bi-te" o
"Capitán Bryant toka, meni-o mae-yo", donde se combinan palabras en
español, francés, chino, alemán, húngaro y japonés, no resulta difícil creerlo.
¿Dónde está el quinto replicante?
"Tengo a cinco pellejudos sueltos en las calles", le decía el siempre desagradable capitán
Bryant a
Rick Deckard. Pero, un momento... ¿Cinco replicantes? ¿Por qué dice
eso, si en el filme sólo salen cuatro? Pues se debe a la combinación de
los inevitables cambios de guión a última hora y de los ya comentados
apuros en el rodaje: además de un otro replicante (varón) que murió
durante la fuga (
"Se abrasó en un campo de fuerza"), en el guión de Fancher y Peoples figuraba un clon, una mujer llamada
Mary, que debería haber sido interpretada por la actriz
Stacey Nelkin. En
plena producción, dicho personaje fue eliminado por problemas con el
presupuesto. Y, por la misma razón, el diálogo entre Bryant y Deckard no
volvió a rodarse. Lo cual provocó teorías conspirativas de todo tipo,
la mayoría relacionadas con cierto unicornio de papel de plata...
"¿Sí, jefe? ¡Mis cojones!"
Una de las anécdotas más delirantes en un rodaje tan desquiciado como el de
Blade Runner fue la llamada
'Guerra de las camisetas'. Todo comenzó cuando, en una entrevista, Scott soltó que prefería trabajar con equipos de rodaje ingleses,
"porque, cuando les dices algo, se limitan a decir 'Sí, jefe' y a obedecerte".
El personal de la película, que ya andaba bastante quemado por
entonces, replicó presentándose en el plató vistiendo camisetas
estampadas con la leyenda
"Yes Guv'nor? My ass!",
cuya traducción aproximada al español sirve de título a este epígrafe.
Scott y los demás miembros británicos del equipo contestaron, a su vez,
con otras camisetas en las que se leía
"La xenofobia apesta".
"Fluyan mis lágrimas", dijo Philip K. Dick
En medio de tanto cataclismo,
Blade Runner tuvo una rara fortuna: recibir la bendición del autor del libro original, un sujeto cuyas espantadas eran legendarias entre el
fandom. Tras haber manifestado su rechazo al guión de Hampton Fancher (
"Era como 'Philip Marlowe contra Las mujeres perfectas", bromeó), y habiendo comentado previamente que
Alien no
le gustaba un pelo, Dick fue invitado a visitar el rodaje por Ridley
Scott, quien además le proyectó veinticinco minutos de película. Viendo
los copiones, el escritor se emocionó hasta las lágrimas:
"Era mi mundo interior: lo habían captado perfectamente", afirmó más tarde, para después elogiar . Además, pese a que
¿Sueñan los androides...? y
el argumento de la película se contradecían en muchos aspectos, Dick le
quitó hierro al tema sentenciando que ambos textos eran
"complementarios".
Por desgracia, Philip K. Dick murió en marzo de 1982, meses antes del
estreno de la película, y no pudo beneficiarse de la fiebre
dickiana que esta levantó.
Ridley contra Vangelis: la batalla de la banda sonora
Malas relaciones laborales, actores descontentos, palomas que se niegan a volar... ¿Es que no hubo ningún aspecto de
Blade Runner que
se librara de las desgracias? Pues no: incluso la producción de la
banda sonora, y su posterior publicación, supusieron un calvario. El
teclista y compositor
Vangelis se peleó con el director
por razones nunca desveladas del todo, y pese a haber sido nominada a
un BAFTA y un Globo de Oro, la música de la película permaneció inédita
durante años. Cuando por fin llegó al mercado discográfico fue en una
versión para orquesta de la que reniegan los
fans. Los sonidos creados por Vangelis sólo pudieron escucharse en grabaciones piratas, primero, después en el recopilatorio
Vangelis: Themes
y, a partir de 1992, en una edición remezclada. Para colmo, el
compositor griego lanzó en 2007 una edición especial en dos discos que
deja fuera momentos tan emblemáticos como el tema final. Lo más parecido
a una versión integral de la BSO de
Blade Runner es la llamada
Esper Edition, elaborada de forma pirata, y que abarca cerca de dos horas de música.
¿Quién ha escrito la voz en off?
En julio de 1981, los productores de
Blade Runner despidieron a Ridley Scott por
haberse pasado con las fechas y con el presupuesto. La jugada no les
salió bien, y el director fue readmitido, pero los financieros se lo
cobraron con creces al año siguiente, durante la postproducción del
filme. Los pases previos, celebrados en Denver y en Dallas, demostraron
que la película era demasiado rara para ese público que se había quedado
ojiplático con
El Imperio contraataca en 1981. Así que la compañía
Tandem, convencida hasta el momento de que tenía un
blockbuster entre manos, impuso cambios tales que
la voz en off, algo
que ya estaba presente en el guión original pero que David Peoples y
Ridley Scott habían juzgado oportuno eliminar. Aunque corrió durante
muchos años la leyenda de que Harrison Ford había leído el texto con
desgana, para que así Tandem no tuviese más remedio que descartarlo, el
actor lo niega:
"Yo hice lo que pude, el problema es que la narración era una mierda",
comentó. Finalmente, tanto Peoples como Hampton Fancher afirman que el
texto de la versión estrenada de la película no era el suyo, sino un
apaño redactado a toda prisa por algún secuaz de Tandem.
El falso final feliz
Además de la narración en
off, la alteración de
Blade Runner que más irrita a los
fans y a Ridley Scott es ese
final feliz cuya
condición de pegote añadido a última hora canta de lejos. Según leemos
en el libro de Paul M. Sammon, la génesis de dicha escena fue tan
atribulada como todo lo demás en la película: Ridley Scott sí que
contaba con que, tras la muerte de Batty, Deckard y Rachael abandonasen
Los Ángeles en coche. Sólo que la película debía mostrarles a ambos
internándose en un desierto, dejando claro que se dirigían allí para
morir en paz. Bien fuera porque Scott no se decidía, bien porque el
presupuesto no daba para más, dicho momento no se rodó nunca. Cuando los
productores impusieron una conclusión más optimista, el director no
tuvo más remedio que llamar a
Stanley Kubrick para que este le cediera planos no usados en
El resplandor, amén de llevarse a Harrison Ford y Sean Young a los bosques de
Cedar Lake, cerca de Los Ángeles, para lo que el diseñador de efectos especiales
Ivor Powell recordó como
"el día más agradable del rodaje, porque sabíamos que todo iba a acabarse pronto".
¿Cuántos montajes hay?
Como nos revelan
los comentarios de los productores, el montaje estrenado de
Blade Runner no
satisfizo a nadie. Lo cual quedó confirmado, en apariencia, por las
malas críticas y unos resultados comerciales más bien mediocres. Con los
años, el filme se ganó su presente estatus de culto, con lo que dos
versiones previas (las denominadas
"copia de trabajo" y
"versión de San Diego") circularon de forma pirata. Más adelante, se realizaron nuevos remontajes, uno para la edición en
laser disc de
Criterion y otro, censurado, para las emisiones televisivas. En 1997, Ridley Scott dio su visto bueno a un presunto
"montaje del director" (en el cual, realmente, no tuvo mucho que ver), para publicar en 2007 una
"edición definitiva", con retoques digitales. A estos
siete montajes, reunidos en un cofre de dvd, habría que sumar una
versión de cuatro horas cuya existencia niegan casi todos los implicados, pero que se menciona en el documental
Dangerous Days.
Cómics, videojuegos y novelas
En los 80, era habitual que las películas orientadas al público juvenil tuviesen su versión en forma de tebeo, y
Blade Runner no fue una excepción:
el cómic fue lanzado en forma de novela gráfica (primero) y miniserie (después) por
Marvel. Como el guionista
Archie Goodwin tuvo
acceso al guión original, en sus viñetas figuran diálogos eliminados o
reescritos durante el rodaje, así como una narración bastante superior a
la que se escuchó en el filme y un final algo diferente. Además, sus
lectores podrán descubrir qué pasó exactamente en las
Puertas de Tannhauser. Las secuelas literarias del filme, obra del amigo de Dick
K. W. Jetter, aparecieron
entre 1995 y 2000, y es poco probable que sirvan como punto de partida a
la secuela. Finalmente, ningún repaso al mundo de
Blade Runner estaría
completo sin mencionar los videojuegos basados en el filme: el primero,
bastante poco aprovechable, apareció en 1985 para ordenadores de 8
bits, y por problemas legales afirmaba ser
"una adaptación de la banda sonora de Vangelis". En 1997, eso sí, apareció otro videojuego titulado
Blade Runner, obra de
Westwood Studios y considerado como una de las mejores aventuras gráficas de la historia.
¿Es Deckard un replicante?
Lector, seguro que si has llegado hasta aquí te estás frotando las
manos: nos hallamos ante el tema más controvertido y polémico que rodea a
Blade Runner. Y, tras analizar todas las fuentes a nuestro alcance podemos decir
que no tenemos ni idea, más que nada porque los responsables tampoco la tienen. Inicialmente,
tanto los guionistas como Ridley Scott partían de la base de que el
cazador de clones era humano, pero por lo visto el director se enamoró
de la idea durante la producción, incluyendo detalles como el famoso
unicornio de papel de plata. En 1982, el director se limitaba a decir
que era
"una posibilidad interesante", y en 2000 confirmó que las sospechas de los
fans eran
ciertas, y que el protagonista era el famoso quinto pellejudo. Harrison
Ford afirma que, durante el rodaje, el tema ni se mencionó, mientras
que Rutger Hauer aporta la que (para nosotros) es la visión más acertada
de la controversia:
"¿A quién le importa que Deckard sea un replicante? Lo único que importa es que, en el fondo, se comporta como una máquina".
Via:Cinemania