Lo dijo Stephen King. 'Carrie' (1976) fue el inicio de un romance entre
el escritor y el cine; el inicio de la deslumbrante carrera de Brian De
Palma.
En 1973, un joven escritor tenía sus motivos para estar cabreado:
pobre de solemnidad, su sueldo de maestro apenas bastaba para mantener a
sus dos hijos, pagar el alquiler del remolque en el que vivían y
emborracharse siempre que su mujer le dejara con el dinero extra vendido
por sus cuentos a revistas de terror. No era de extrañar pues, que
aceptara de buen agrado la apuesta de
Flip Thompson,
cuando éste le retó a que escribiera una historia protagonizada por una
mujer. Ni tampoco que el tema fuera el de cómo la sociedad se ceba con
una candorosa adolescente hasta el punto de convertirla en una máquina
de matar por venganza. A mitad de la novela, sin embargo, lanzó lo
escrito a la papelera. Por fortuna para el mundo del cine y de la
literatura, su mujer rescató el manuscrito y le insistió para que lo
finalizara. Por la edición en rústica, el profesor cobró unos 1.800
euros y vendió menos de 15.000 copias; por la edición de bolsillo, se
apuntó 300.000: vendió 400.000. En 1974 aquella apuesta titulada
Carrie consiguió que el nombre del joven profesor
Stephen King se hiciera mundialmente conocido.
Muy al oeste de Maine, en California, el sol lucía más brillante. Allí había llegado
Brian De Palma, apodado
“el Godard estadounidense”
por sus películas artísticas que tanto gustaban en el neoyorquino
Greenwich Village. Bajo las palmeras, De Palma leyó la edición de
bolsillo de
Carrie y se entusiasmó. Pidió a su agente que se informara acerca de la posibilidad de hacerse con los derechos, pero llegó tarde:
“Estaban en poder de un productor de Universal”. Para su fortuna, un amigo de Malibú y compañero de generación,
Steven Spielberg, había inaugurado una nueva era en Hollywood con
Tiburón y, como Bruce, el escualo de su súper taquillazo, todos los estudios se lanzaban a por la sangre fresca.
“Universal presionó para que fuera yo quien dirigiera la película, en contra de la opinión del productor”.
Tan revueltos estaban en California con eso del Nuevo Hollywood que,
para que nos hagamos una idea, durante el proceso de cásting los actores
hacían la audición para
Carrie e, inmediatamente después, hacían la de otro proyecto legendario de un miembro de la cuchipandi:
George Lucas, que buscaba caras nuevas para
Star Wars. Así lo recuerda
William “ricitos de oro” Katt, novio de Carrie en el filme:
“Yo fui con Kurt Russell e hice la prueba para Luke Skywalker; Kurt, para Han solo. Y después hicimos la de Carrie”. No tenemos constancia de que
John Travolta opositara a
Chewbacca, pero sí a
Billy Nolan, el calzonazos novio de Chris. Fue el debut en el cine del que a la postre será recordado como
Tony Manero o
Vincent Vega. Firmó por el filme antes de que se hiciera famoso con la comedia televisiva
Welcome back, Kotter. Katt sólo tiene palabras de afecto para él:
“Nadie
imaginaba que se convertiría en una estrella tan rutilante. Aunque no
fuera un novato, todavía no había destapado su talento”.
COSAS DE LA EDAD
Pero
Carrie era, y de eso iba la apuesta entre King y su
amigo, una historia de mujeres. La de una fervorosa católica, la de su
hija con poderes telequinéticos y las arpías que le hacen la vida
imposible. Para la castradora e histérica madre, De Palma contó con
Piper Laurie quien, desde su interpretación de
Sarah Packard en la gloriosa
El buscavidas no había vuelto a aparecer en la gran pantalla. 15 años. Demasiado tiempo. De Palma reconoce que le cayó llovida del cielo.
“Alguien
de Universal, vecino de Piper en Woodstock, me dijo que su amiga quería
volver a hacer cine. Quedé con ella en Nueva York y se presentó como en
la película: vestida de negro y con melenaza pelirroja. Me encantaba la
idea de que Margaret White fuera tan bella y sexy, en vez de la típica
loca de la colina de pelo canoso”.
En cuanto a
Sissy Spacek, la inmortal Carrie del
título, De Palma quería incluirla en el proyecto, pero no en el papel
protagonista. Spacek estaba casada con
Jack Fisk, el director de producción del filme.
“Me leí la novela la noche anterior y eso sirvió para meterme en el
personaje. Me desperté. No me lavé los dientes, no me lavé la cara y me
unté el cabello con vaselina para que pareciera sucio y desgreñado. Me
puse un vestido de cuando mi madre iba al instituto. Al llegar al
estudio las chicas de maquillaje quisieron peinarme y maquillarme… ¡y yo
me escondí detrás de un sofá!”.
Por el plató también pasaron
Amy Irving y
Nancy Allen,
dos de las chicas malas del insti que despertarán a la bestia que
habita en Carrie. Dos de la pandilla: la primera acabaría casada con
Steven Spielberg; la segunda, con Brian De Palma. Las chicas del Nuevo
Hollywood.
FRÍO, CALOR… ¡SANGRE!
El legendario estudio de
La momia, Drácula o
El hombre lobo
quería renovar sus iconos terroríficos con la niña telequinésica a la
vieja usanza: contratando a un director de mucho talento y gastando poco
dinero. Con apenas dos millones de dólares de presupuesto, sin
capacidad para representar todas las escenas de la novela, De Palma y su
guionista,
Lawrence D. Cohen, se centraron en la
deriva psicológica de su protagonista: estaban convencidos de que un
tamponazo podía ser mucho más violento y salvaje que una cuchillada.
“Vale,
Carrie puede mover objetos con la mente. Pero tras mostrarlo una
primera vez, no debes volver a hacerlo hasta que no sea necesario por
motivos dramáticos. El público se aburriría y consideraría el personaje
inverosímil”. Había que centrarse, pues, en la interpretación de Carrie/Sissy… y ella echó mano de los clásicos:
“Me inspiré en los grabados de Gustavo Doré para La Biblia. Imitaba la
posición de las manos y del cuerpo. Hay algo extraño y místico en ellos.
El momento más turbador fue la escena de la ducha, cuando a Carrie le
viene la primera regla sin que ella sepa qué está pasando y piensa que
se va a morir”. Todavía hoy, pocos autores se han atrevido a representar un momento tan íntimo en una gran pantalla.
“¡SE ME CHAMUSCÓ LA PIEL Y EL PELO! ESTABA TAN ABSORBIDA POR EL PAPEL QUE NO CREÍA QUE PUDIERA QUEMARME!” (Sissy Spacek)
Y así llegó la noche del baile… que se prolongó durante más de una
semana y media. Casi una tercera parte de los 55 días de rodaje, lo que
da la medida de la importancia de la escena, la más famosa del filme y
una de las más icónicas de un género que, de por sí, tiende a perturbar
nuestra mente con imágenes indelebeles: esa noche en la que a Carrie le
toca bailar con el más guapo y, a los demás, morir por llamarla fea. De
Palma se inspiró en su propia experiencia:
“No ha cambiado nada
en las últimas décadas. El baile de fin de curso es como tu primera
experiencia sexual. Da igual el año que sea: siempre tendremos pubertad y
adolescencia”. Por supuesto, de una década a otra cambia la música:
“Quería
que la banda sonora la compusiera Bernard Herrmann, pero murió antes
del rodaje. Pino Donaggio fue una excelente alternativa”. A sus
acordes bailan Tommy y Carrie, suben al escenario, son coronados y…
humillados cuando les tirán un cubo de sangre de cerdo… O algo así, que
es lo que quería Spacek:
“Yo quería que fuera sangre real, pero
al final se decantaron por una mezcla de jarabe de maíz y colorante. Era
realmente pegajoso y pasé un frío horroroso en el set”. Aunque no siempre…
“Encontramos
una vieja escuela abandonada en Hermosa Beach y la reprodujimos a
escala para quemarla en el estudio. Tenía que permanecer inmóvil
mientras todo ardía. ¡Se me chamuscó toda la piel y los cabellos! Estaba
tan absorbida por el papel que no creía que pudiera quemarme. Mis
instrucciones eran: ‘abandona el escenario solo cuando no puedas
soportar más el calor… ¡pero hazlo lentamente!”. Más tiempo le
llevó a De Palma montar la secuencia. En parte, por su utilización de la
“pantalla partida” para simbolizar el éxtasis destructivo de Carrie.
“Pensé
que tenía que hacerlo así porque no puedes repetir el mismo movimiento
de cámara tantas veces. Pasé seis semanas montando la escena. Tenía 150
planos para cinco minutos. La única solución era la pantalla partida”.
El esfuerzo mereció la pena.
Carrie dio lugar a una secuela
(La ira), una
TV movie y hasta un musical. Todavía hoy, tras casi medio centenar de películas y genios del calibre de
Kubrick (El resplandor), Reiner (Cuenta conmigo) o
Cronenberg (La zona muerta),
Carrie sigue siendo una de las mejores adaptaciones de King jamás
realizadas. Un compendio magistral de recursos cinematográficos, desde
el sonido hasta el montaje, pasando por el maquillaje o la
interpretación, que sigue empleándose en los estudios fílmicos. Tampoco
dejan de aparecer artículos académicos desde el campo de la antropología
o el feminismo sobre el tabú de la menstruación o las relaciones
materno filiales. Muestra de la atracción hipnótica de una película cuyo
encanto persiste, sobre todo, por ser la turbadora historia de la
muerte de ese niño que todos llevamos dentro.
EL TERROR SE GRADÚA
A King, al que sólo hay que mentarle
El resplandor de Kubrick para que su nivel de ira y neurosis alcance ‘el modo Carrie’, nunca le gustó la adaptación:
“Para el dinero que costó, no está mal. En la novela, la protagonista
acaba destruyendo toda la ciudad. Hace estallar gasolineras y toda la
ciudad arde en llamas. Escenas que no aparecen en la película porque
disparaban el presupuesto”. Tuvo que llegar la noticia de un
remake para que cambiara de opinión, en 2011:
“El original era muy bueno. Vale, no es Casablanca,
pero tiene grandes dotes de suspense y es mejor que el libro. Piper
Laurie, en su papel de madre malvada, estaba impresionante”. Para Laurie, veterana de la edad de oro de Hollywood, el filme fue más allá:
“Cuando se estrenó, muchos miembros de la Academia no se dignaban a ver una película de terror. Con Carrie
todo eso cambió, quizá porque no se trata de una película de género
convencional. Es un filme lleno de sorpresas en el que, cuando se
muestra la violencia, se hace una forma muy elegante. Creo que a muchos
les pasa como a mí: adoran el humor inocente, la vida adolescente y la
sensualidad juvenil. Es visualmente exquisita”
Via:Cinemania